Cómo sobrevivir sin tener jefe

Cuando uno se hace autónomo suele ser porque ha visto una oportunidad de montárselo por su cuenta dentro del sector, o también, porque es la forma que ha encontrado de trabajar para una empresa, o varias, de forma independiente y externa. Sea como sea, la cosa es que el autónomo deja de ser un trabajador por cuenta ajena para convertirse en uno por cuenta propia. Pasa a ser dueño tanto de sus gastos como de sus beneficios dentro del mundo laboral. Es decir, se convierte en su propio jefe.

Y, si bien es cierto que es muy satisfactorio cobrar el beneficio integro por un proyecto, y no sólo un sueldo, también es cierto que tienes mucha menos seguridad y estabilidad. Las responsabilidades ya no consisten en justificar tu puesto de trabajo, si no en buscarse la vida, mes tras mes, para conseguir obtener beneficios.

1. Conviértete en cazador

El trabajo ya no está en el tablón semanal, o en los correos que te manda tu jefe con el planning del día.Es posible que tengas una empresa que te vaya pasando proyectos a los que no es capaz de llegar, pero no puedes confiar sólo en eso, porque habrá meses (en verano por ejemplo) en los que no tendrán excedente de trabajo que pasarte. El trabajo está ahí fuera y tienes que salir en su busca.

Hacerse autónomo es hacerse cazador

Tienes que convertirte en un cazador. Un superviviente del entorno que no para de rastrear y buscar nuevas presas. Has convertido la búsqueda de empleo en un empleo en si mismo, y una buena parte de tu tiempo la destinarás a la captación de nuevos clientes. Las ofertas de empleo siguen siendo un buen nicho para ti, sólo que ya no te ofreces como solicitante de empleo, si no como «empresa externa colaborativa». Eres un autónomo y las entrevistas ya no te dan miedo, porque ya no son «entrevistas«, son reuniones de trabajo. Los contactos de tus antiguos empleos suelen ser otro grupo al que acudir en busca de empleo. Ya te conocen, saben cómo trabajas y seguro que, si saben que estás interesado en trabajar con ellos, en cuanto encuentren un proyecto adecuado, te llamarán. Los amigos y compañeros, queramos o no, también siguen siendo uno de los nichos principales, pues pensarán en ti antes que en otros para pasarte posibles trabajos. No es nepotismo, es simple confianza a la hora de encargar un proyecto a alguien que sabes que responderá. Y, por último, no puedes dejar de acudir a todos los eventos, ferias y congresos del sector que puedas. Cuantos más mejor. Cierto es que quitan mucho tiempo, sobre todo si no vives en una ciudad grande y tienes que estar desplazándote. Pero también es la forma más efectiva de hacer nuevos contactos: Posibles clientes, proveedores, empresas con las que asociarte, empresas que te pueden subcontratar, otros autónomos con los que colaborar…

2. Bájate del pedestal

Una vez que lo de autónomo empieza a ir hacia delante, es posible que, en una buena racha, uno comience a hacerse cargo de proyectos importantes, para grandes compañías o con presupuestos bastante abultados. Y lo peor es que uno se acostumbre a eso y comience a pensar que «juega en otra liga» y a rechazar proyectos más pequeños o modestos por considerarlos de poco valor o una perdida de tiempo que se podría dedicar a proyectos grandes.

Bájate del pedestal

 

Pues no. Sigues siendo un pringao en un mundo de gigantes, que no se te olvide. Esos grandes proyectos no se van a suceder todos los meses, y es entonces cuando echarás en falta todos esos «proyectos pequeños» de los que no quisiste hacerte cargo en su día y que tampoco te restarían mucho tiempo. Esos pequeños proyectos, si bien no suponen unos beneficios inmensos, sí que proporcionan una fuente regular de ingresos, pues hace que se corra la voz sobre tu trabajo mucho más rápido y, al ser presupuestos ajustados, se encarguen varias cosas a la vez. Al final, serán estos proyectos pequeños los que te salven el trimestre en más de una ocasión. No los descuides.

3. Aguanta las hostias

Da igual lo mentalizado que estés, y lo mucho que te hayan contado que te pasará. Es algo que hasta que no lo experimentas en tus carnes, no sabes lo que es. Te vas a llevar la hostia, y seguramente no una, si no varias, y tu calidad como autónomo se medirá por cómo sepas encajarlas.

aprende a encajar las hostias

Clientes que no te pagan, presupuestos aceptados que se discuten a la hora de pagar, empresas que cierran y te dejan a deber una factura, proyectos que, de repente y sin motivo aparente, se caen y te dejan con el culo al aire, competidores que te pisan el terreno haciendo trapicheos con tus clientes por la espalda, hacienda reclamándote que pagues cosas que aún no has cobrado, proyectos mal calculados que se te van mucho del presupuesto aprobado…

Las hostias te vendrán por todas partes y da igual lo mucho que lo hayas calculado: te dolerán. Y mucho, a veces tanto, que te harán replantearte si esto es lo que quieres para tu vida, pero ahí radicará la diferencia entre el que se ha hecho autónomo por vocación y el que lo ha hecho porque no le ha quedado otra (los llamados «falsos autónomos».)

4. Repasa matemáticas

Hay muchas razones específicas por las que un autónomo puede fracasar: competencia brutal, varias facturas impagadas, un problema de salud…pero sólo hay una general a todos: la contabilidad. 

vuelve a repasar tus mates

He conocido a varios autónomos, entre los que me incluyo, que se han visto superados por todo el tema del papeleo y facturación que hay que hacer. Al principio, es algo sencillo, no cuesta demasiado trabajo llevar las cuentas cuando se hacen un par de facturas al mes. Pero una vez el ritmo comienza a acelerarse, los trabajos a sucederse más deprisa y hay menos tiempo entre que se termina uno y se empieza otro (o incluso, que se están llevando varios a la vez) la cosa comienza a desmadrarse. Es muy importante llevar al día todo el papeleo, porque los problemas no empezarán a aparecer. ¿Recuerdas esas facturas cobradas que habías olvidado? Pues ¡Sorpresa! Hacienda te pide su parte y tú, inconsciente, ya te lo has gastado ¿Y ahora? Ya te lo digo yo ¡Balance jodido! ¿Y todos esos tickets de cosas que has ido comprando y materiales que has ido pidiendo que ya no sabes muy bien dónde están? ¿Y aquellas facturas que olvidaste pedir al proveedor? ¡Vaya! Se acabó tu sueño empresarial…

Pero, lo peor de lo peor, la gran pesadilla de cualquier autónomo o empresario es el tema de los presupuestos. Es tan difícil presupuestar correctamente que la única manera de aprender es cagándola una y otra vez y guardando la experiencia a hierro en tu cabeza. No hay otra manera. No existe un manual de «cómo presupuestar correctamente» en ninguna parte. No hay una escuela o curso que te enseñe a hacerlo. Es algo que solamente se aprende con la experiencia. A base de calcular mal las horas, de quedarte corto para los materiales y la producción, de no haber sabido calcular correctamente los costes impositivos, de haber adelantado dinero que no tenías que haber adelantado, de agobiarte porque te das cuenta que después de meses de trabajo, apenas te quedan beneficios…

Briconsejo: Repasa tus conocimientos de contabilidad, tenlo todo al día, acuérdate de guardar SIEMPRE la parte que le corresponde a hacienda sin tocarla y, por el amor de Dios, contrata un gestor. Salen muy baratos (los hay que te hacen la declaración trimestral por 50 €) y te ahorrarás quebraderos de cabeza. Seguro que seguirás sudando sangre cada tres meses, pero por lo menos, alguien te dirá si lo estás haciendo mal.

5. Ten horarios (aunque los odies)

El sueño de todo trabajador es poder ser su propio jefe para que nadie le ponga horarios y poder administrarse a su gusto a lo largo del día, pero una vez que uno hace realidad eso, se da cuenta de que los horarios existen por algún motivo. Puede que tú ya no quieras regirte por ellos, pero es que el resto del mundo sí.

 

Ten horarios (aunque los odies)

Pronto descubres que tu jefe no te hacía venir a esas horas por puro capricho, si no que el resto de empresas comienza y termina a trabajar dentro de unas horas concretas ¿Qué te gusta levantarte tarde y trabajar de madrugada? Es posible que alguna vez puedas hacerlo, pero el ritmo laboral te obligará a atender llamadas, asistir a reuniones o trabajar en equipo dentro de las mismas horas que el resto.

De todas formas, eso de lo que intentas escapar, la rutina, es algo que también descubrirás que es necesario, sobre todo si tienes tu sitio de trabajo en tu domicilio. Es importante tener una rutina de trabajo: algo que te indique que empiezas y terminas con la jornada laboral. Al principio uno siempre trabaja desde el sofá viendo la tele, y pronto se da cuenta de que eso es una locura, en la que tu cabeza parece estar siempre inmersa en un estado entre la ociosidad y la actividad laboral que corrompe tus ganas de trabajar y aumenta terriblemente tu pereza.

Briconsejo: Si tienes un lugar de trabajo que no es tu domicilio (un vivero de empresas, un coworking, un pequeño local…) tómatelo como si tuvieras un jefe que te obliga a llegar puntual todos los días bajo amenaza de descontártelo de la nómina, corre en el metro si hace falta :). Si trabajas desde casa, salir a dar un paseo antes de comenzar a trabajar (si tienes perro es un momento estupendo para sacarlo de paseo) te dará la sensación de que vas hacia «la oficina» y no hacia casa otra vez. Utiliza una habitación aparte del resto y céntrate en que ese es tu lugar y que el resto corresponde a otras empresas que no son la tuya y que tu no tienes por qué visitar. Y, sobre todo, intenta no distraerte con las mil y una cosas que de repente te parecen super interesantes en tu casa.

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Comments (2)

  1. judit

    🙂 Pues me ha gustado mucho tu artículo, Fredo. Me he sentido muy pero que muy identificada. He pasado por todos los estadios que mencionas: busco proyectos grandes y atractivos, pero los proyectos pequeños son los que me sustentan mes a mes. Los veranos son mi peor pesadilla. También he metido muchas horas, esfuerzo y dedicación a proyectos que he presupuestado fatal. He tenido clientes cuya exigencia es inversamente proporcional al precio que están dispuestos a pagar. Cuanto menos pagan, más exigentes son. Me he llevado hostias de hacienda. ¡Todo! ¿De verdad es normal pasar por todo esto? Bueno, no es que sea un consuelo, pero leyendo tu artículo me he sentido menos «desastre». Y sí, para aguantar todo esto hay que tener algo de vocación, desdeluego.
    Felicidades por tus buenas ideas. Me gusta este estilo que gastas.
    Un abrazo,

    1. fredo

      Judit! Muchísimas gracias por comentar. Es un consuelo saber que nos pasa más o menos a todos lo mismo.
      Lo que me cuentas es un reflejo de mi misma situación. Supongo que es verdad eso que dicen de la publicidad es una enorme mierda pintada de purpurina…pero es que la purpurina es tan guay que parece que compensa jejeje

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